'Para el día más grande de Ubrique', por Julián Macías Yuste
Texto: Julián Macías Yuste
(Maestro nacional emérito)
El verano parece que había empezado a tocar retirada. Los amaneceres, siempre preciosos, se vestían de unas sutilísimas gasas que cubrían las húmedas huertas junto a los márgenes del río y que se elevaban hacia los tajos de la sierra hasta que pronto el sol las desvanecía. Eran, por tanto, frescachonas las mañanas, lo mismo que fue el relente de la noche. En los dorados y ya más cortos atardeceres, innumerables bandadas de gorriones que, terminadas sus nidadas, que debieron ser más de una por pareja y que por su elevado número habían sido abundantísimas, ocupaban ahora los inigualables árboles de los Callejones, cuyas hojas, de un verdor maravilloso, ofrecían aún una incomparable sombra, fresca y apetecible, en las horas de más calor, a...