Visita inesperada de Zorrete
OPINIÓN
Pedro Bohórquez Gutiérrez
Es casi un cachorro y ya es casi un amigo o eso me gusta imaginar, huidizo, eso sí, aunque observador y expectante, como si quisiera comunicarme algo. Hasta tiene nombre.
No sé. Es extraño. No quiero pensar en cuando se abra la veda de caza, ese momento fatal e inminente que, como la berrea de los ciervos o la caída las hojas, llega con el otoño y en que el silencio casi sagrado de lo que va quedando de la España salvaje y agreste se rompe como un delicado cristal hecho añicos y la paz del campo de medio país en la hora del crepúsculo salta por los aires a los golpes arrítmicos y soliviantadores de las detonaciones de escopetas salidas de no se sabe dónde.
Temo por él, por Zorrete, porque se deja ver demasiado descaradamente y para ser zorro es demasia...