Algunas cosas del fútbol y sus gentes (quinta jornada)

Texto: Julián Macías Yuste
Creo que todo empezó cuando una crudísima tarde junto al Tamarguillo dijiste: ¡Mi sajhento, ¿por qué no le diche Uzté al furrié que me emprezte otra de Grachalema o¨onque zea un follapepe? M’he tirao toa la noche con laz rodillaz en la barba haciendo
tachuelaz! ¡No hache frío aquí en Cheviya capitá! ¡Ezto máz q’un cuarté parece la cueva Chinguango! Le caíste en gracia. No sólo te consideró en el servicio sino que un día que te tocó cocina,… si aquel día que, según tú, pelaste más papas que la remolachera de Jédula. Habían fallado algunos de Sanidad y te dieron el brazalete y la gorra: Anda, coge con esos la camilla y vete al fútbol, que ya has trabajado bastante. Así hiciste el debut en el Heliópolis…

¡Heliópolis! ¡Qué nombre tan bonito: La ciudad del Sol! Y para ver ná menos que “ar Beti”, nombre romano del gran río. Es una pena que se perdieran aquellos nombres: Chamartín, Las Corts, Nervión, Wembley, Mestalla, Maracaná, etc. Ya no pudiste resistir la tentación de volver y, aunque los militares sin graduación tenían precio especial, tu presupuesto era escaso y el de Umbrete tenía asignación fija. Pero la necesidad agudiza el ingenio. Aquella tarde los de la Ría se habían traído del Norte un
aguanieve “que pa qué”. Aunque te habías colao en varias ocasiones con los de la Cruz Roja, quizás huyéndole al agua y al frío, lo intentaste por Tribuna, y al portero le dijiste:¡Oye niño que vengo con la Cruz Roha! Y el portero ¿y donde están los distintivos? ¡Pos che lo han dao a loz de laz papaz, y ya pa mí no quedaban! Pues vete por el fondo que es por donde entran los camilleros. Y tú ¿Ez que aquí no le da un fataco a la jhente? ¿y eso qué es? ¡Poz un firiguache! Claro que sí. Y tú ¿cómo los vas a atender? ¡Poz dándolez aire! ¿Ah, sí? ¡Pues enséñame el abanico!¿El abanico?¿Ez que te creez que yo zoy de penjhamo? Pues, ¿y cómo les vas a dar aire? ¡Poz con la gorra, aunque hoy creo que voy a tené poco trabajho! Anda, anda, cuélate ya y mira a ver dónde te sientas que esto está numerado.
Quiso la casualidad, que bien entrado el partido, se acercó un señor y te dijo: Oiga, militar, este asiento es mío. ¿De qué  compañía eres? ¡Yo choy de la terchera! Ez que eztoy por aquí vihilando pa avizá a loz de la Cruz Rojha. ¡Ah! Me parece muy bien. ¿y no me conoces a mí, siendo de la tercera?¡Zu cara me zuena!… Pues yo soy tu capitán ¡Poz a zuz órdenez! ¡Ez que la ropa hace mucho! Y tanto. A mí también me pasa lo mismo. Bueno, quédate otro rato y caliéntame el sitio ¡Pos calentarlo no va a podé zer, porque yo tengo los piez como empreztao! Entonces ¿quieres venir a tomarte un copazo? ¡Posh claro, o ¿ez que tengo yo la boca mala?! De cual quieres, Fundador, Soberano,…¡A mí onque zea de garrafa!
Cuando volviste con aquella cara de querubín sonriente te dijo el cabo ¿cómo vienes tan risueño con lo que le ha caído al Betis? Bueno… A golez noz han metío un montón, aquello a chío un fanguizal de golez, pero a correr lez hemoz ganao. Pero ¿qué le ha
pasado a tu Betis güeno? Pos quel campo estaba enguanchinnao y no ze podía jugar al furgo calidá. ¿Y los otros? ¡Lozotro jugaban como de puntera!
El que no se consuela es porque no quiere. Te acostaste con el ¡viva er Beti manque pierda!

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