LOS PARAÍSOS PERDIDOS
Casiano López Pacheco
Cumple años el príncipe D. Felipe (46), siguiéndome a pocos pasos como una sombra fiel. Los cumple, con su perilla recortadita y canosa cual mosquetero seductor. Hace oídos sordos a los ecos que resuenan por los salones de su palacete, de su presunta crisis matrimonial con la princesa de Asturias, la de cuerpo fibroso y melancólica mirada. ¿Qué tendrá la princesa de los labios de fresa? No sabemos cuánto de verdad tienen esos rumores que circulan veloces por los antros del poder y la prensa cuore. Lo cierto es que la Monarquía borbónica hace aguas por todas partes, juntándosele el hambre con las ganas de comer.
Pero la vida sigue. El Rey averiado y confuso, se esconde en sus cuarteles de invierno. El gobierno intenta no perder el timón mientras tanto, aunque el paro no descienda y la sombra de Cataluña se alargue por encima de nuestras cabezas, amenazadora y larga como un ciprés.
Una sombra que se extiende a lo ancho de este país poblado de tonterías, de mentiras, de idioteces. Algunas de tal grosor como los consejos de ABC esta semana sobre lo inadecuado de la masturbación y sus posibles daños colaterales.
Memeces que no merecerían ni un solo renglón si no fuera por la originalidad del estudio y sus planteamientos curiosos. Por lo tanto: dejen sus manos quietas; aparquen sus pensamientos lascivos y lúbricos; detengan su imaginación calenturienta y arrinconen esa explosión sideral de un orgasmo a solas.
No es conveniente ni recomendable que se amen a si mismos antes de entregarse a los demás. Para eso ya está José M. del Nido, que tarde pero seguro, por fin, ha comprendido la maldad de las fechorías del saqueo perpetrado por su ilustre persona sobre las arcas marbellíes.
Y con ese amor propio que le caracteriza, anda mendigando por plazuelas y poblados y en todos los foros que le prestan atención, su indulto.
Afirma que resulta más útil a la sociedad fuera de la cárcel que dentro de la trena, porque además ya está reinsertado. Olé el arte sevillano. Ni a Judas Iscariote se le hubiese ocurrido semejante salida. Aunque el pobre suicida tuvo el detalle de devolver los 30 denarios ensangrentados por la traición antes de colgarse.
Por favor: que los indulten a todos. A los asesinos, a los corruptos, a los ladrones. Todos-as , a la puta calle. A reinsertarse sin redimirse. España, la mejor.