La fiesta de los espacios públicos se impone al derecho al descanso
OPINIÓN
Pedro Bohórquez Gutiérrez
Desde las cuatro de la tarde una banda de rock atrona frente al piso que habito en la avenida Fernando Quiñones, en un escenario improvisado en el Parque Rafael Alberti, de Ubrique. Estos conciertos, en cuanto llega junio, se convierten en habituales sin previo aviso para mayor tortura del vecindario.
La semana pasada fue una discoteca al aire libre, que amenizaba un mercadillo de bisutería, la que a unos decibelios anormales nos destrozó el descanso y nos enervó, sin permitirnos cualquier actividad desde las cuatro de la tarde hasta la dos de la madrugada. Fui arrojado de mi propia casa como quien dice y me mantuve fuera el mayor tiempo posible, desde las seis hasta la una (gracias, por cierto, a quienes me brindaron hospitalidad durante ese tiempo). P...