Otra vista (distinta) de la Sierra del Pinar

Texto y fotografías: Pedro Bohórquez Gutiérrez

Esa pared calcárea que se recorta en el azul del cielo es conocida como la crestería de la Sierra del Pinar, la más elevada de la Sierra de Cádiz. Sus laderas parecen desplomarse verticalmente y en algún tramo es así.
La desnudez pétrea de sus elevaciones le confiere a esta su ladera o cara sur un carácter imponente, adusto e inhóspito, y el predominio de un color de tono gris oscuro, matizado por las horas, las estaciones y la distancia con una variedad cromática caleidoscópica.
Por contraste, allí donde sus faldas se suavizan, una cinta de pinos negros, fruto de una repoblación de los años sesenta del siglo pasado, salpicada de vetustas y monumentales encinas centenarias, la recorre de un extremo a otro y sirve de abrigo a la cabra montesa que pasta en sus alturas y a la fauna salvaje.
Sin embargo, la ladera norte (oculta en la imagen) guarda y protege un prodigio de la botánica: el pinsapar de Grazalema, un bosque de una especie de abeto de la era terciaria, el pinsapo, emblema y origen del Parque Natural de la Sierra del mismo nombre que la localidad serrana. El Parque Natural Sierra de Grazalema comparte con el Parque Nacional Sierra de las Nieves, en la vecina Serranía de Ronda, de la que la de Sierra de Cádiz es prolongación geológica, y con la Sierra de Los Reales (también en la Serranía de Ronda) la circunstancia de conservar los únicos bosques de pinsapos de Europa, un patrimonio natural que reclama y justifica todos los esfuerzos para su conservación.

Patrimonio natural que reclama y justifica todos los esfuerzos para su conservación.
Patrimonio natural que reclama y justifica todos los esfuerzos para su conservación.

La foto está tomada desde el Puerto de Las Presillas, está mañana de principios de agosto durante un recorrido por las alturas, desde Grazalema a Benaocaz, pasando por Los Llanos del Endrinal, El Dornajo y Fardela.
El Puerto de las Presillas está situado a 1.250 metros sobre el nivel de mar y, por descontado, se pasa por él en un esforzado recorrido a pie, aliviado por unas brisas de la alta montaña, acariciantes, como llegadas directamente de la orilla del océano. Así que pueden abstenerse quienes aspiren a llegar por otros medios, que ya disponen, por otra parte, de sus lugares donde ir sobre ruedas repartidos por el ancho mundo.
A la izquierda de la crestería se eleva El Torreón con sus 1.648 metros sobre el nivel del mar, y a la derecha la aguja del Pico de San Cristóbal, donde en tiempos legendarios -dicen y lo atestiguan restos- hubo un faro que orientaba a los marineros y pozos de nieve, con sus 1. 554 metros altitud.

Esa pared calcárea que se recorta en el azul del cielo...
Esa pared calcárea que se recorta en el azul del cielo…
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