De podas y eriales

OPINIÓN
Pedro Bohórquez Gutiérrez.

La empresa de jardinería del Ayuntamiento de Ubrique parece que ha dado por terminada la labor de limpieza del tramo de orilla del Arroyo Seco, que limita con la valla del colegio «Fernando Gavilán», es decir, desde «el puente de La Esperanza» hasta la Glorieta Enrique Tierno Galván, conocida popularmente como «Los porreros».
Todo el tramo de orilla, encajonado entre el cauce artificial y el murete del patio del colegio –de entre tres o cinco metros de anchura– ha sido desbrozado en una mañana con modernas maquinarias. Las llamadas malas yerbas –de alguna forma hay que justificar a priori la acción destructiva– que daban cobijo a la pequeña fauna ornitológica que se refugia en este tramo de orilla no peatonal, y, por tanto, no encementada de este afluente del río Ubrique, han desaparecido. Habían brotado con espléndida pujanza gracias a las generosas lluvias que nos ha regalado el invierno, y, en su lugar, el terreno, que pronto será erial, se presenta moteado de una floración colorista y guarra de botes de plásticos y de tetrabrik llovidos del vecino colegio o de la aportación de la concurriencia de la glorieta aledaña, otro ejemplo de abandono, esa placita dedicada a un alcalde que alentaba a los jóvenes al colocón en la capital del Reino de España y ahora conocida como «Los porreros». Ironías del destino.
En definitva: un espectáculo muy aleccionador. Y también alentador para quienes proclaman la belleza de un pueblo enclavado de una geografía donde la naturaleza se muestra pródiga y fecunda.
Y cómo no. También han sido podados unos arbolitos sembrados hace apenas dos años, en la primavera de 2023. No han tenido tiempo de desarrollar sus copas, de tan jóvencillos. No llega a las dos primaveras su edad. Pero en las puertas de la segunda, cuando apenas ha comenzado para ellos una prematura floración, que por el cambio del clima va camino de convertirse en perenne, no han escapado a la férrea e implacable poda a la que son sometidos sus hermanos por todo el caso urbano. De Ubrique y los pueblos vecinos del Parque natural Sierra de Grazalema, que este año celebra los cuarenta de su fundación. Estos árbolillos de la ribera del Arroyo Seco sustituyen a los antiguos álamos que flanqueaban este tramo de orilla y que en sucesivas talas fueron exterminados para transformar, durante años, esta franja semivirgen de orilla del río, en erial y vertedero espontáneo de plásticos. Parecía que la siembra de estas dos decenas de arbolitos iba a poner fin al estado de abandono. Pero, a la vista de esta poda, sospechamos que de lo que se trata es de seguir sembrando para podar, para que no le falte el trabajo a los podadores y no se enmohezcan, por falta de uso, las herramientas.
Mientras tanto, que la ciudadanía ilustrada siga presumiendo de tener el pueblo más bonito del mundo, o casi.

También han sido podados unos arbolitos sembrados hace apenas dos años
También han sido podados unos arbolitos sembrados hace apenas dos años.

 

Esta franja semivirgen de orilla del río, convertida en erial y vertedero espontáneo de plástico.
Esta franja semivirgen de orilla del río, convertida en erial y vertedero espontáneo de plástico.
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