Texto y foto: Pedro Bohórquez Gutiérrez
HUIR DEL INVIERNO
A Pedro Solano Cordón
Esto es lo que tiene el clima por estas tierras del noroeste: como la niebla, los contornos, las estanciones borran sus delimitaciones estrictas, y así cuando el ardor de un verano que aquí, en contra de la costumbre, se resiste a aflojar su garrote de fuego en su último tramo, de pronto en este día domingo, la niebla extiende su manto de silencio, tan solo roto por el graznido huidizo de una cuadrilla ratera de cuervos erráticos por entre el abandono de las viñas y la música enlatada de un afilador extemporáneo, y te desubica y te traslada de golpe a otra estación con su inclemencia de otro signo. Y en medio del verano, irrumpe sin transición la añoranza de la plenitud solar de ese mismo verano que día a día y sin darnos cuenta, si no es por esa luz naranja y taimada y cristalina, imperceptiblemente empalidecida de las tardes de finales de agosto, se nos va sin remedio, nostalgia mezclada con el desconcierto y la extrañeza en que nos sumerge este espejismo de niebla y frío del invierno olvidado que nos aguarda y del que también querremos huir.