Texto: Cándido Gutiérrez Nieto
La imagen que conservo de Paco Bohórquez, aquella que retuvo mi recuerdo, está yendo a clase de la universidad con un pequeño cuaderno y su gastado diccionario de latín bajo el brazo. Es la de un joven muchacho con aires bohemios, algo desaliñado y siempre envuelto en un sugestivo halo de joven e introvertido poeta. Y en su edad madura sé que en el campo, donde fue durante años cada día, quiero pensar que en intensas experiencias, allí pudo reconstruir epopeyas y vislumbrar, quizás, el sentido profundo de la vida rememorando prodigios de héroes y semidioses latinos renacidos. Y así lo quiero conservar ahora, como un filósofo tenaz buscando en los pequeños mundos de la naturaleza la suya propia; la de los mitos y la existencia. Allí, en aquella vida intensa, lejos de la ciudad y el gentío, pienso que se quedó a pensar para siempre.
En el silencio queda tu voz tenue
Como el susurro del viento cuando acaricia las hojas de los árboles
Y el más intenso acorde que embelesó de néctar tu guitarraAsí queda, como de nube, tu figura leve en el horizonte,
Llenando de blanca paz el plácido día, tocando y recitando tu paisajeO como un errante filósofo fundido en la quebrada del valle,
Junto al dulzor del campo verdeAquí, si, aquí igual que César triunfante en las Galias y su guerra
Donde están las fábulas y los destellos del héroe que así venceEn el rincón del verso donde canta el hondo juglar arraigado en su suerte
Dubitativo, investido de sonrisa y mirada de melancólica nostalgia
Aquí, colmado de recuerdos, donde fuiste más gozoso aún y libreDonde el amanecer se tornó inmortal y para siempre sueñas
Junto a la retama y el cabritillo y el ternero y la luz cálida de la mañanaBajo tu cielo azul, más denso y azul, eternamente
Cándido Gutiérrez Nieto
Grazalema, 23 de noviembre de 2021