LOS PARAÍSOS PERDIDOS
Casiano López Pacheco
Tenía que llamarse Pablo Iglesias el nuevo figurante mediático que se ha erigido en uno de los protagonistas de las pasadas elecciones del 25-M. Con sus cinco escaños y con un partido recién nacido, su representación en Bruselas vale su peso en oro. Y lo vale, porque junto al resto de pequeñas formaciones con acta de eurodiputado, han logrado romper el férreo bipartidismo PP-PSOE con el que hemos convivido hasta ahora y que tan buenos dividendos ha proporcionado a los dos partidos mayoritarios.
Ahora es tiempo de cambios. Y el primero ha llegado de las filas de la supuesta izquierda. Rubalcaba ha iniciado la retirada que le llevará a un sillón dorado y bien pagado, comprendiendo al fin, que no convence al electorado y que sus propuestas no calan en la sociedad.
Ha digerido, por fin, que su figura forma parte más del pasado que del futuro y que ha llegado el momento cumbre de abrir el melón sucesorio- ya sea en forma de congreso extraordinario o de primarias- incluso aceptando que pueda votar en el proceso toda la militancia, aunque ello enerve a algunos barones.
Lo que sea, de cualquier modo ha de ser rápido. Con la crisis que sufrimos no está el cotarro para divisiones y sangrías internas. Como dice el santurrón de Bono: el partido está para ganar elecciones. Así que déjense de zarandajas y tonterías.
Conclusión: el PSOE tendrá que refundarse-catarsis que experimenta cada vez que se pega un batacazo electoral- y para ello habrá de contarse con Susana Díaz. Sus 246.164 votos en el territorio comanche andaluz son un aval muy serio para el futuro del partido a nivel nacional. Le ha sacado 9,23 puntos al PP rompiendo la mala racha de las tres derrotas seguidas de la que parecía no sabían como salir.
Y eso que fue nombrada a dedo por el fugado Griñán. Que no ha pasado aún por el refrendo de unas urnas en las que ella sea la candidata. Que gobierna en una comunidad coaligada con IU, donde la corrupción de los ERE o los cursos de formación apesta extraordinariamente y enfanga Andalucía de punta a punta.
Nada de ello, pues, ha condicionado al votante andaluz al que parece no afectarle la amoralidad del partido gobernante continuada en el tiempo y que no le supone ningún trauma volver a votarle, aunque en menor proporción que hace cinco años, pero sí lo suficiente para darle un buen baño al PP y de paso recuperar terreno perdido.
Analizado con lupa el escrutinio, han salvado dignamente los muebles, colocándose en muy buena posición para las municipales del año que viene. Ni la corrupción ni el paro, del que el mismo Papa Francisco ha opinado recientemente por su alta tasa hacen mella en los andaluces, que antes de votar al PP mayoritariamente, votarían al príncipe de las tinieblas si éste fuese en las listas del PSOE.
Los mismos comicios- municipales y generales- al que concurrirá la nueva estrella del firmamento político nacional, Pablo Iglesias, que nada tiene que ver con el fundador de la marca PSOE hace más de un siglo. Probará suerte, no cabe duda, porque quiere cambiar este país, levantando las podridas alfombras y abriendo las ventanas de par en par, para renovar el aire viciado que respiramos por costumbre.
Quiere echar a la puta calle a los políticos que nos mal gobiernan, que ejercen de mayordomos de los ricos de siempre-dixit- No es mala idea ni descabellada. Lo peor es que sea algo más sencillo y en el fondo, lo que pretenda sea quitar a esta sempiterna casta que nos ha llevado al abismo, para ponerse ellos en su lugar, sustituyendo un perro por otro.
Bien. Estamos expectantes. La primera prueba del algodón es que van a hacer con los sueldos increíbles más dietas que les corresponden por sentarse en los escaños de la Babel de Europa, en el brumoso norte. Se los meterán en el bolsillo mirando para otro lado o aceptarán una minúscula cantidad por su altruista entrega a mejorarnos la vida. Ahí los vamos a ver, don Pablo.