LOS PARAÍSOS PERDIDOS
Casiano López Pacheco
Cada pueblo , cada ciudad, cada villa, cada barrio. Da lo mismo si es importante o insignificante , perdido en la piel de toro de la mortificada España, debería seguir el camino marcado por los vecinos del pueblo insurgente de Gamonal, en Burgos. Se libra allí una verdadera batalla campal, una guerra solapada, entre ciudadanos hasta las pelotas de sufrir en sus carnes decisiones que afectan a su futuro, que podrían ser repensadas por los políticos empecinados en lo contrario, y las fuerzas antidisturbios, que golpean a diestro y siniestro, tratando de imponer el orden perdido. De fondo, un estruendoso mar de cacerolas repicando. Si por querer realizar una serie de obras varias en la calle Vitoria del pueblo se ha liado este pollo, adquiriendo la localidad una fama inusitada en los medios y en las redes sociales, desbancando incluso del primer plano el viaje del Procurador Rajoy al corazón del Imperio para rendir pleitesía al Emperador de Ébano, Obama, es que algo empieza a funcionar o a resquebrajarse de veras por las perdidas Provincias del Sur.
Así debe ser. Hay que levantar las banderas de los sueños postrados. Alzar las quijadas de asnos, las hoces y las guadañas y gritar, poniendo el corazón y las entrañas en la boca: hasta aquí hemos llegado.
Tomar las calles, desafiar al poder impío que castiga con saña a los desamparados y a los olvidados. El mismo que premia generosamente a los que nadan en la abundancia y medran con las desgracias ajenas, generando crisis periódicas que sólo a ellos benefician.
Hay que visitar los palacios, los parlamentos, las sedes de los partidos, los sindicatos, los bancos forrados con la sangre de los extorsionados. Y entrar en los despachos blindados. Descubrir a los usurpadores, a los corruptos, a los podridos.
Abrir las ventanas, destrozar las cortinas, para que este hedor que se nos pega a la piel se disuelva en el aire puro de la mañana que recorre como una brisa impetuosa, las calles y las avenidas recién tomadas por las hordas de inocentes y estafados por el sistema. Hastiados ya de oligarcas y politiquillos a sueldo. Hartos de que les administren y dicten el guión de sus vidas.
Que se vayan a tomar por saco. El pueblo, siempre arriba. Abajo la mediocridad y los ladrones. Levantad los puños. Socavad las calles. Que no quede una sola torre en pie.