CUADERNO DE APUNTES
«Estación termini: Antonio R. Agüera, 2»
Por Casiano López Pacheco
El pasado viernes 11 de enero, con el año nuevo balbuceando y en pañales , clausuraba Antonio R. Agüera su exposición en el Claustro del Convento de Capuchinos de la localidad, rodeado de familiares, amigos, patrocinadores, miembros de la Comunidad docente de Ubrique y representantes institucionales, con una expectación similar a la de la inauguración celebrada en octubre del año pasado. Un proyecto muy peculiar del que ya hemos apuntado a lo largo de su desarrollo aspectos relevantes concernientes al mismo. Recordamos para los que aún no se hayan enterado- despistados errantes- que la idea original partía de la base de que in situ y con 20 lienzos en blanco, uno de los pintores más veteranos de Ubrique completaba uno por uno la génesis de esta singular idea, con un pequeño boceto en la mano que luego ampliaba con suma atención a las dos decenas de obras de un formato considerable, cubriendo lentamente pero a paso firme ese horror vacui que produce un patio porticado lleno de lienzos impolutos a la espera de ser manchados diestramente según un plan en el que no cabe la improvisación.
Un proceso creativo a la inversa, con todo por hacer, dejando a las claras que lo que se inauguraba por aquel entonces era un punto de partida, que no de llegada. Desde la nada total para ir sumando las piezas que compondrían el puzzle. Un desafío resuelto con la paciencia propia del pintor que ha ido dándole sentido a cada uno de sus vástagos, dominando el oficio para emplear en cada obra el tiempo necesario para culminar con éxito esta original idea que ha ocupado su mente la recta final del 2012.
Una prueba superada con rotundidad en la que ha demostrado- y a él no le falta hacerlo ante nadie- que la disciplina y la sabiduría alcanzada con los años no son un don gratuito sino más bien el fruto del esfuerzo consolidado de toda una vida y trayectoria de lo más fértil.
Es posible que a algunos les guste o apasione los resultados obtenidos. Que a muchos otros los deje indiferentes y vacíos y que otros tantos ni siquiera valoren el tiempo empleado y el derroche de horas gastadas para que incluso, no entiendan nada de nada y se queden tan perplejos como al principio.
Eso, a fin de cuentas, es lo menos. Los que amamos este arte- este ejercicio mental de la pintura- sabemos principalmente que lo que hacemos es ante todo, para uno mismo aunque después lo compartamos con los demás.
Antonio así lo ha decidido, llegando más lejos todavía al donar la mitad de la colección a colegios públicos e instituciones de Ubrique. Una prueba mayor del mayor de los talentos que a R. Agúera también le cayó en suerte: su ilimitada generosidad.
Gracias, artista, de corazón.