PAPELES AL VIENTO
Casiano López Pacheco
Sin tener que mentir, en estos días hace un frío de un par de lo que ustedes saben y además es un recurso muy socorrido -cuando otra Navidad espera a la vuelta de la esquina- para entablar conversación o cambiar impresiones. Pero la vida es algo más que una sucesión de estaciones. Es un río revuelto y turbio que no cesa de otorgarnos intensos momentos de fulgor y también mortecinas tinieblas que nos encogen el ánimo.
Conviven mitad y mitad el horror de la ya famosa madre de Pilas -cómo llamarla madre y no sentir naúseas- capaz de guardar en el congelador los cuerpos de dos recién nacidos y mantener el tipo con absoluta frialdad e indiferencia para seguir viviendo como si no pasara nada, en una muestra de hasta donde puede llegar el lado oscuro de una persona aparentemente normal.
Da grima pensar qué pensamientos terribles y siniestros han pasado por la mente retorcida de la presunta parricida para cometer un crimen tan horripilante que deja a cualquier película corta. Sin embargo, aquí llega Larry De Primo, al otro lado del Atlántico- policía de 25 años y 3 de servicio en la bicéfala capital del Imperio, Nueva York, que va, coge 75 dólares de su bolsillo para comprar un par de botas y dos pares de calcetines térmicos de invierno y como el buen samaritano- ahí está la foto que circula imparable por las redes sociales, inmortalizada por una turista de Arizona- se detiene en la 7· Avenida, a la altura de la calle 44 , impulsado por un resorte que le nace de dentro con el deseo de cumplir una buena acción.
Como decía, localiza al mendigo de los pies descalzos que ya había visto antes y él mismo –perteneciente a una de las polícias más estrictas del orbe, sobre todo, con los que viajan a la metrópolis- le coloca las prendas al darse cuenta de que el pobre indigente no podía hacerlo por sí mismo. Es un cuento de Navidad trasladado al siglo XXI, un puntito teatral en una ciudad en la que nadie presta atención al que pasa por su lado, pero que no obstante, no le resta mérito a la historia.
Es ya De Primo un héroe que no goza del anonimato al pasar su noble acto de lo privado a lo público, pero todos sabemos que hay muchos héroes. Aquí, por ejemplo, en España, con lo que estamos pasando a diario por culpa de la Innombrable- que prestan su ayuda con lo que buenamente pueden al que más lo necesita, en una cadena de favores que sólo conocen los interesados.
Queda , afortunadamente, gente muy buena por ahí, dispuesta a casi todo, por arrimar el hombro. Y lo que hacen de buena fe no se queda restringido al ámbito navideño sino que se extiende al resto del año. Hasta el mismo Vicario de Cristo en la tierra anda generoso. No acaba de decir el buen hombre que los Reyes Magos no vienen de Oriente sino que su origen es andaluz, de Tartessos, concretamente. Este Papa va a cambiar todo el Portal de Belén en un visto y no visto. Sí, andaluces- de los más solidarios y los que se sienten universales y sin fronteras. Si de aquí eran los Reyes, eso explicaría porque antes de recibir tantas ayudas de fuera, nosotros éramos los primeros en regalar ofrendas al niño dios, guiados por una remota estrella.
Y es que de poca cosa ha servido ese maná de dinero que hemos gastado no se sabe bien donde -aquí, la pasta vuela y se pierde en el camino – visto el récord de paro alcanzado en el último mes, casi 5 millones de desempleados, la mayor parte proveniente de Sanidad y Servicios Sociales, especialmente de los contratos de personal de ayuda a la Dependencia, generado por la política de recortes impulsado por el Gobierno, que siempre poda por donde no debe. Una auténtica plusmarca para los chicos de la Gaviota azul que nos han hecho constatar en un breve año a los protagonistas de este esperpento que somos nosotros, que por estas lindes, en esta España prehistórica, romana, árabe, judía, mora y china , más los hermanos de América del Sur, no nos haría falta un héroe como el sensible agente Larry, sino más bien a un superhéroe de la talla de Batman, porque cada vez nos parecemos más a Gotham, aunque quizás sería mejor encomendarnos a Lourdes, viajar a Fátima o pedir directamente un milagro al Jesús del Gran Poder, antes de que a Benedicto XVI le de por realizar otros cambios en el banquillo y nos quedemos con el culo el aire y sin nadie con poderes a quien acudir en un pronto.