© Por Fernando Sígler Silvera
Una de las primeras decisiones de carácter simbólico adoptadas al poco de proclamarse la Segunda República española por los gobernantes locales de Ubrique elegidos en los comicios municipales del 12 de abril de 1931 fue la de designar con el título de hijo adoptivo de la villa al diputado gaditano Santiago Rodríguez-Piñero Jiménez. Éste era miembro del Partido Republicano Radical –liderado en el país por Alejandro Lerroux–, que ocupaba entonces el espacio más moderado del espectro político republicano. Los munícipes ubriqueños acordaron además rotular con su nombre la antigua calle Sagasta. Santiago Rodríguez-Piñero, abogado de profesión, era hijo de quien había sido jefe del Partido Reformista en Cádiz, Manuel Rodríguez-Piñero, fue vicepresidente 2º del comité director del Partido Republicano Autónomo (PRA), en el que se integraron las principales figuras de las distintas formaciones del republicanismo gaditano, y fue elegido concejal de la capital de la provincia en los comicios celebrados el 31 de mayo de 1931 –al repetirse los celebrados el 12 de abril por denuncias de fraude–. Recordemos que hace ahora 81 años, tras el paréntesis de la Dictadura de Primo de Rivera y la Dictablanda, el último gobierno de la monarquía se planteó «normalizar» la vida política del país mediante un programa de sucesivas convocatorias electorales. La primera de ellas se fijó el 12 de abril de 1931. Se trataba de renovar la composición de los ayuntamientos, y ésta fue una oportunidad que las fuerzas antidinásticas aprovecharon para plantear estos comicios como un verdadero plebiscito sobre la forma política del Estado (monarquía o República). El único mitin electoral celebrado en Ubrique en esta campaña lo organizó el Círculo Republicano-Socialista en el Salón Siglo XX. Ante un auditorio de 400 personas, intervinieron los republicanos ubriqueños José Esquivel Suárez y Domingo Agüera Domínguez y el futuro diputado Santiago Rodríguez-Piñero.
Fueron las primeras elecciones en mucho tiempo limpias y transparentes. En Ubrique se votó en cinco colegios electorales, ubicados en las dos escuelas nacionales de la ermita de San Pedro, la oficina de Sanidad de la calle Ingeniero Juan Romero Carrasco, la escuela de la calle Sagasta y una casa particular de la calle Toledo. Sabemos que en el conjunto del país el triunfo cualitiativo correspondió a las candidaturas antidinásticas, reunidas en la Conjunción Republicano-Socialista, y fue tan significativa su victoria (en concreto, en 41 capitales de provincia) que los resultados de unos comicios municipales provocaron la caída de todo un régimen. Al conocerse estos resultados el país se echó a la calle, España se convirtió en una verdadera fiesta democrática, y el 14 de abril de 1931 fue proclamada oficialmente la II República española.
En Ubrique las elecciones del 12 de abril dieron la victoria también a la Conjunción Republicano-Socialista, que obtuvo cinco concejales; la lista monárquica logró cuatro y hubo cinco independientes.
Entonces las listas eran abiertas y el elector podía confeccionar a su gusto el orden de los elegidos. En Ubrique el más votado fue Francisco Vallejo Canto, hojalatero de profesión, miembro del Partido Republicano Radical (que, como hemos dicho, pese a su denominación, ocupaba un espacio moderado dentro del espectro republicano). Junto con Vallejo fueron elegidos igualmente dentro de la conjunción vencedora José Esquivel Suárez, industrial zapatero y miembro del Partido Radical; Pedro Rubiales García, comerciante sombrero y asimismo del Partido Radical; Rogelio Moreno del Castillo, obrero petaquero y socialista independiente; y Andrés García Fernández, petaquero, socialista y dirigente de la Sociedad de Obreros Petaqueros, de UGT.
Fue Vallejo, precisamente, como representante del Círculo Republicano-Socialista, quien, junto con el líder de la Juventud de esta coalición, Gregorio Crespo, firmó la solicitud de autorización para celebrar por las calles de Ubrique el advenimiento de la República. Los ubriqueños se manifestaron el 15 de abril e izaron la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento. El día siguiente, 16 de abril, a las nueve de la noche, se constituyó oficialmente la nueva corporación salida de las urnas. Aquélla fue una jornada histórica(1).
En el ambiente dominaba la ilusión por el nacimiento de un régimen anhelado durante décadas porque la República representaba una oportunidad para crear una sociedad que eliminara la injusticia social y un sistema político verdaderamente democrático que superara la lacra del caciquismo y la oligarquía de la época de la Restauración.
Muestra de este ambiente de amplio acuerdo ciudadano con el que nació la República es que en Ubrique todos los grupos apoyaron al candidato a alcalde y eligieron para presidir el primer Ayuntamiento republicano a José Esquivel Suárez. Por su parte, Francisco Vallejo fue elegido primer teniente de alcalde.
Así pues, los republicanos radicales que ocuparon los principales puestos de responsabilidad en el Ayuntamiento eran correligionarios de Rodríguez-Piñero, quien había sido, junto con el también dirigente radical Manuel Moreno Mendoza –primer alcalde republicano de Jerez–, su valedor en las instancias políticas de la provincia.
Rodríguez-Piñero formó parte de la candidatura republicano-socialista que concurrió a las elecciones generales a Cortes Constituyentes celebradas el 28 de junio de 1931, y fue elegido diputado por la circunscripción gaditana, en la que resultaron electos los diez candidatos de la lista antidinástica. En Ubrique, Rodríguez-Piñero fue el más votado, con 1.438 sufragios, con una diferencia de más de cien votos sobre el segundo y el tercer candidatos más respaldados (el radical-socialista Muñoz Martínez y el socialista Roma Rubíes). El abogado radical venció en las dos secciones del primer distrito electoral ubriqueño, en las dos del segundo distrito y en la sección única del tercer distrito(2).
El nombramiento de Rodríguez-Piñero como hijo adoptivo de Ubrique se acordó en una sesión extraordinaria del Ayuntamiento celebrada el 4 de julio de 1931. Asistieron a la misma el alcalde, José Esquivel, los restantes concejales de la mayoría republicano-socialista, Francisco Vallejo, Pedro Rubiales, Rogelio Moreno y Andrés García, los monárquico-conservadores Salvador García, Pedro Bohórquez Vecina, José Bohórquez Vegazo y Francisco Lobatón y el independiente Ernesto Corrales.
Fue el alcalde, José Esquivel, quien presentó la propuesta de reconocimiento al diputado gaditano. En un escrito fechado el día anterior y que fue debatido y votado favorablemente en dicha sesión, Esquivel expresó que se sentía intérprete de un «unánime deseo de las fuerzas vivas de esta población». Lo presentaba como «persona de toda honorabilidad y prestigio, ilustre abogado gaditano, diputado electo para las Cortes Constituyentes» y decía de él que desde hacía tiempo venía «demostrando como a todos consta, un vivísimo interés para beneficiar la villa, habiendo demostrado su nobilísimo deseo en las ocasiones que se le han presentado, sirviendo y favoreciendo a varios vecinos». Insistía el alcalde en que «en las diversas veces que nos ha honrado con su visita hemos podido apreciar sus buenos deseos, enterándose con sumo interés de los problemas locales para aplicar la suma actividad en sus soluciones, ofreciéndose en todo y por todo»(3).
El alcalde dejaba claro, pues, que su homenajeado era una figura con autoridad para hacer valer en las instancias administrativas superiores las demandas de los ubriqueños.
Esquivel abundaba en su elogio hacia el dirigente radical: «A este hombre que tan joven llega a ostentar la representación en Cortes lleno de amor por su provincia y preferentemente por Ubrique, ha de servirle de poderoso estímulo que el pueblo se pronuncie a su favor». A este respecto, proponía que se le rindiera un homenaje «por modesto que éste sea y que muy bien pudiera consistir en declararle hijo adoptivo de la villa y rotular una calle con su nombre (pudiendo ser ésta la de Sagasta, cuyo nombre pasó a la Historia)».
La intención del alcalde ubriqueño era contar con una referencia política en la provincia y en las instituciones de la capital de España y cuyo papel fuese el de servir de vehículo de las reivindicaciones y necesidades que debían satisfacerse en la localidad. Así justificó Esquivel su propuesta: «Ruego a los señores concejales tengan presente los vitales problemas que tiene el pueblo pendientes y que únicamente pueden resolverse con la protección del Estado, movido por los diputados a Cortes: construcciones de carreteras, caminos vecinales, puentes, escuelas, pago de alquileres de casas, paro de obreros, falta de trabajo, etc., etc.». El primer edil subrayó esta idea: «Ubrique necesita dar señales de vida no omitiendo gestión alguna si ha de conseguir algo del Estado. Pensad que tanto año abandonado de toda protección oficial ha poco menos que agotado la fuerza económica del pueblo, que todo ha tenido que resolverlo con sus propios recursos, siendo tan reducida su riqueza y su término».
Tras ser debatida esta propuesta, «convinieron todos los señores concejales en apreciar las excelentes dotes de cultura, actividad y trabajo que adornan al letrado don Santiago Rodríguez-Piñero, así como la preferente atención que Ubrique le merece, mostrada en el marcado interés que pone en todos los asuntos que a él se refiere, acordando por unanimidad nombrarle hijo adoptivo de Ubrique y que se rotule con su nombre la calle hoy denominada Sagasta».
El predicamento de Rodríguez-Piñero se fue diluyendo en el municipio paralelamente a la crisis institucional que vivió el gobierno local con el distanciamiento entre los ediles socialistas y los radicales, en especial, tras los sucesos revolucionarios de enero de 1933 y la huelga general celebrada del 2 al 4 de marzo siguiente. En las siguientes elecciones generales, celebradas el 19 de noviembre de 1933, en las que se registró una abstención superior al 71% del electorado ubriqueño, triunfó la candidatura del Frente de Derechas, en la que José María Pemán, de Renovación Española, cosechó el mayor número de votos, 629. Por su parte, Rodríguez-Piñero, que no resultó elegido, fue el candidato radical más votado, con 410 sufragios, mientras que los aspirantes de izquierdas tuvieron en torno a 180. Finalmente, en las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, que dio el triunfo al Frente Popular, en Ubrique, con una participación superior al 60%, el candidato más votado fue Manuel Muñoz Martínez, máximo dirigente gaditano de Izquierda Republicana, con 1.890 sufragios.
Rodríguez-Piñero siguió alineado en el sector lerrouxista del radicalismo gaditano y abrazó la orientación derechista de este partido. Frente a esta tendencia, los radicales ubriqueños, liderados por Francisco Vallejo, se alinearon con el sector más a la izquierda del radicalismo y se integraron en el partido Union Republicana, dirigido por el sevillano Diego Martínez Barrio.
Finalmente, la Gestora del Frente Popular revocó en 1936 el nombramiento de Rodríguez-Piñero como hijo adoptivo de Ubrique y en el cambio de nomenclátor propuesto por el gestor de Izquierda Republicana Manuel Arenas Guerrero «El Americano» se decidió cambiar el nombre de la calle Rodríguez-Piñero por la de Manuel Azaña(4).
Notas:
(1) Sígler Silvera, Fernando: «Discurso pronunciado en el acto de conmemoración de la proclamación de la II República en Ubrique, organizado por IU», en El Periódico de Ubrique, 15/4/2011 (https://www.elperiodicodeubrique.com/hemeroteca/modules.php?name=News&file=article&sid=4830).
(2) Sígler Silvera, Fernando: «El voto (y la abstención) en libertad. Las elecciones de la Segunda República en un nucleo rural: Ubrique», en Papeles de Historia, nº 3, pág. 181.
(3) Archivo Histórico Municipal de Ubrique (AHMU), Leg. 20, ff 182v-183v.
(4) El cambio del nomenclátor se aprobó el 23 de marzo de 1936. Morales Benítez, Antonio y Sígler Silvera, Fernando: Después del olvido. Ubrique, Papeles de Historia, 2006, pág. 29. Tras el triunfo de la sublevación contra la República, la calle se denominó José Antonio Primo de Rivera. En 2006 el pleno del Ayuntamiento de Ubrique aprobó, a propuesta de Izquierda Unida, el cambio de dicho nombre por el de Botica.