Algunas cosas del fútbol y sus gentes, por Julián Macías Yuste

Texto:  Julián Macías Yuste
Primera jornada.
Aunque este viejísimo deporte mantiene casi intactas sus primitivas reglas de juego, en sus aficionados sí se han producido  grandes diferencias de comportamiento, en algunos casos inaceptables, como espero conseguir demostrar, echando un poco la vista atrás y recordando con cariño los viajes y tertulias que llegamos a compartir. Pero hagamos un poco de historia…
In illo tempore, cuando éramos niños, era obsesión cualquier cosa, más o menos esférica, no imprescindible que botara, para que nosotros practicáramos el deporte rey. Se organizaba el partidillo en cualquier momento y en cualquier lugar. La mayoría de las veces la pelota era de papeles y trapos, sabiamente atados con la tomiza, incluso el campo ni tenía que ser cuadrilátero, ni mucho menos llano, aceptándose con comodidad pendientes y rampas como si de horizontales se tratara.

A los ases del balompié los conocíamos por los cromos que todo aficionado que se preciara los coleccionaba. Si los veíamos jugar, era seguramente en el resumen del NO-DO y nos limitábamos sólo a oír las retransmisiones a través de la radio.
Pero, era tanta afición, que no dudábamos en ir a los sitios más inverosímiles para “luchar”, como decíamos entre nosotros…
Esta tarde tenemos un reto. Los de la Salía nos aseguran que tienen cogía la Era Grande. Además de que dispondrán de una pelota, que, aunque parcheada, aún bota. A la hora convenida nos reuníamos para sortear a los que venían sin equipo y, sin árbitro siquiera, comenzaba el partido.
Los últimos rayos de sol, que mantenían aún tibia la tarde, iban a ser ocultados por el Ardión. Ya hacía un rato que la oscuridad subía hacia la Merga y el frío se hacía ostensible.
Bueno…suspendemos. Un empate a siete. Los últimos comentarios en La Plaza. Un buche en los caños de en medio y el adiós en la Pilita Abajo. El reto continuaría. El próximo en el Patio Las Corchas o en el llano El Curtío. Sólo unos cuantos bajamos a los Callejones.
Recogida de hojarasca, una candela para calentarnos un poco de un frío intenso y húmedo, y una última columpiá arrelingaos en el de Ronda o en el directo, el de Sevilla llegaba más tarde, y después… “cada mochuelo a su olivo”. Nunca mejor dicho. Esta noche cenaremos con la del carburo porque hasta el mineral ha fallado. Mañana veremos hasta donde llega la cola. Hasta dentro de dos días no podremos oír en la radio a Tío Pepe y su Sobrino, cuando mi sector disponga de electricidad. Se me ocurría preguntar como Cicerón ¿Quosque tamde “de la Sierra” abútere patientia nostra? Pero hasta que llegó Sevillana todo fue inútil. Hala, y a soñar que el próximo domingo juegan los grandes en la Vega el Realejo.

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