OPINIÓN
Pedro Bohórquez Gutiérrez
En la foto, uno de los vertederos «incontrolados» de basura en los aledaños del casco urbano de Ubrique. Se encuentra al final de la Avenida de la Diputación, donde esta termina y comienza la ruta circular a la cola del pantano de Los Hurones, tan cacareada y publicitada últimamente, aunque no en la misma medida que el escaso y casi nulo cuidado de mantenimiento y limpieza que se le presta.
Suelo dar este paseo y mi sorpresa e indignación se renuevan desde hace ya algunas semanas. El vertedero sigue igual o más grande. Hay otro, al lado de la carretera del Polígono, frente a Movex, a escasos cien metros del flamante Punto Limpio. Tropezando con este espectáculo deplorable, uno se pregunta para qué sirven dichas dependencias y para qué el servicio de recogida de basura, si no es capaz de atender estos casos flagrantes de una falta de urbanidad que incurre en lo delictivo. ¿Dónde está la vigilancia? ¿A quién exigir responsabilidades?
Me consta que los vecinos a este último vertido se están movilizando, pero para que los atiendan tienen que presentar una instancia avalada por los «abajo firmantes» (práctica que creíamos arrinconada en el recuerdo de tiempos oscuros no muy lejanos) como si no bastara con darse una vuelta para constatar el atentado medioambiental y contra la salubridad del ciudadano ubriqueño. No se explica uno tamaña inoperancia.
Me mueve a escribir esta denuncia el tiempo transcurrido desde que vi este bochornoso espectáculo, que ya ni recuerdo. La imagen de dejadez y de incompetencia es difícil de justificar.

