Texto e ilustración: Pedro Bohórquez Gutiérrez
TODO PASA
Hoy he vuelto a bañarme en el mismo recodo escondido y solitario del río Guadiario después de mucho tiempo (¿doce años ya?) y hoy, también, entre un chapuzón y otro, he vuelto, después de bastante tiempo, a jugar con los lápices de colores.
Como ya afirmó Heráclito el Oscuro nadie vuelve a bañarse dos veces en el mismo río, todo pasa. Así el tiempo: correr es su esencia. De la primera experiencia me queda la comprobación de que hay lugares propicios a una felicidad (quizás la única posible) que no sabe de sí misma y que por eso nos lleva a perder la conciencia del tiempo y el tiempo mismo, y de la que sobrevive un precario e intermitente reflejo en la memoria; y de la segunda, la recuperación de un placer de la infancia (tras el que se oculta tal vez un deseo confuso y disparatado de atrapar el instante) y su huella fungible y perecedera, con voluntad consciente de fluir y desaparecer arrastrada por la corriente, como un barquito de papel.