Texto: Humberto Janeiro Bazán
A ti, querido Juan, bueno a usted, porque merece todo mi respeto. Te acabas de marchar sin decir adiós. Sé por tu hija Cristina -que hace horas charlé con ella- que te has dio por rabia, impotencia, de no poder asistir a otro de tantos tentaderos en Ambiciones. Decidiste no comer, por orgullo, porque eres un torerazo macho.
Y tu corazón ya débil, pero aún con orgullo, decidió coger el camino del descanso del guerrero.
Qué pena, don Juan, te me has ido, lo que te quiero. Pero allá donde estés te buscaré y ahora siempre, escucha, siempre, te echaremos en falta en todos los tentaderos y faenas de campo, pero te tendremos presente.