Crónica y fotos: Antonio Morales Benítez
Jostedal (Noruega) es el parque de los glaciares europeo por excelencia. Su glaciar es el mayor de todo el continente, un inmenso bosque de hielo protegido como parque nacional cubre casi 500 km cuadrados, y el de Brisksdalsbreen es el brazo más conocido. Desde una altura de 1.200 metros va cayendo este brazo hacia el fértil valle del mismo nombre. Este espacio natural ofrece fascinantes contrastes. Prados de flores se deslizan hacia impresionantes saltos de agua, románticas cabañas se reflejan en tranquilos lagos de color turquesa, rodeados por escarpes e imponentes montañas. Los ríos brotan en caídas salvajes en un alocado camino de agua hacia mar, dicen que como si tuviesen prisa después de tantos años atados al hielo.
Sin duda un paraíso un poco apartado de los circuitos turísticos pero que se encuentra entre dos lugares tan conocidos como Sognefjord y Geiranger.
En nuestro viaje hemos utilizado como base la ciudad de Alesund, un enclave entre fiordos distante de Bergen unos 400 kilómetros hacia el norte. Hay que coger la carretera hasta Stryn para continuar bordeando su fiordo hasta llegar a Olden, aquí se abandona la costa para adentrarse hacia el sur por el valle de Oledal, un paisaje de lagos y montañas cubiertas de hielo. Tras 24 kilómetros la carretera se acaba y hay que abandonar el coche para llegar a Briksdal, centro de actividades de montañas, y el lugar más accesible del glaciar a través de un paisaje de enorme atractivo. Desde allí hasta la cima se puede subir en coche eléctrico, el «vehículo troll», o caminando por un sendero paralelo al río de unos 3 kilómetros. Tras una hora de caminata se llega a la lengua del Briksdalsbree. Ahora mismo resulta difícil acercarse al hielo ya que cada año retrocede un poco debido al cambio climático.
Jostedal (Noruega) es el parque de los glaciares europeo por excelencia. Su glaciar es el mayor de todo el continente, un inmenso bosque de hielo protegido como parque nacional cubre casi 500 km cuadrados, y el de Brisksdalsbreen es el brazo más conocido. Desde una altura de 1.200 metros va cayendo este brazo hacia el fértil valle del mismo nombre. Este espacio natural ofrece fascinantes contrastes. Prados de flores se deslizan hacia impresionantes saltos de agua, románticas cabañas se reflejan en tranquilos lagos de color turquesa, rodeados por escarpes e imponentes montañas. Los ríos brotan en caídas salvajes en un alocado camino de agua hacia mar, dicen que como si tuviesen prisa después de tantos años atados al hielo.
Sin duda un paraíso un poco apartado de los circuitos turísticos pero que se encuentra entre dos lugares tan conocidos como Sognefjord y Geiranger.
En nuestro viaje hemos utilizado como base la ciudad de Alesund, un enclave entre fiordos distante de Bergen unos 400 kilómetros hacia el norte. Hay que coger la carretera hasta Stryn para continuar bordeando su fiordo hasta llegar a Olden, aquí se abandona la costa para adentrarse hacia el sur por el valle de Oledal, un paisaje de lagos y montañas cubiertas de hielo. Tras 24 kilómetros la carretera se acaba y hay que abandonar el coche para llegar a Briksdal, centro de actividades de montañas, y el lugar más accesible del glaciar a través de un paisaje de enorme atractivo. Desde allí hasta la cima se puede subir en coche eléctrico, el «vehículo troll», o caminando por un sendero paralelo al río de unos 3 kilómetros. Tras una hora de caminata se llega a la lengua del Briksdalsbree. Ahora mismo resulta difícil acercarse al hielo ya que cada año retrocede un poco debido al cambio climático.