OPINIÓN
Texto: Prudencio Cabezas Calvo
Dice un filósofo que más dolorosa que la propia extinción es asistir a la desaparición de la sociedad en que uno se ha criado.
Cuando se comprueba la frivolidad, malevolencia o inconsciencia, o las tres a la vez, con que actúan algunos de los personajes que simulan regir alguna de nuestras autonomías y que pretenden separarse de las demás regiones que forman la nación española, temblamos; porque tenemos experiencia que la maldad se propaga más fácilmente que la bondad, tememos que se disuelva nuestra sociedad –Es verdad que algunas de nuestras actuaciones en el mundo distaron mucho de haber sido maravillosas, pero hay que considerar que nuestros defectos fueron compatibles con la realización de empresas de suma importancia y gran trascendencia para el mundo, y concretamente para Europa–.
La tozudez suicida con que actúan nuestros políticos nos trae a la mente cierta confidencia que nos hizo nuestro amigo y paisano Pedro Zarco Gutiérrez Arrese. En una de las frecuentes visitas de las que hube de hacerle por mi precaria salud, allá por los años en que actuaba la banda ETA con la máxima virulencia criminal, cuando era reo de muerte quien discrepaba de su igualitarismo –como todos esterilizante–, cuando asesinaba indistintamente tanto a políticos de derecha como de izquierda; cuando a los partidos moderados les costaba encontrar candidatos para simples concejales, fue entonces cuando nuestro amigo, que era militante con carnet del Partido Comunista, se personó en la secretaría del Partido Popular, ofreciendo su colaboración para presentarse como candidato a concejal en Vasconia si lo precisaban. Como era presumible en aquellos años de más cerrazón que aún persiste, fue denegado su ofrecimiento.
Pero lo más lamentable es que ni la izquierda ni la derecha dieron publicidad, dados los enormes medios de difusión que poseen, de este gesto de valor y patriotismo de un hombre para quien la Patria, la colectividad, estaban por encima del interés de su partido.
Lo que acentúa nuestra angustia es que aún persiste la estrechez mental de los partidos con la cual fomentan la disgregación de la nación y hacen más triste y más tenebroso nuestro futuro.
Firmado: Prudencio Cabezas Calvo, nonagenario que vivió la tragedia de la guerra civil con plena conciencia.